A la Selección se le escapó un triunfo increíble en el debut de la Copa América. Tuvo un primer tiempo a la altura de Messi y una segunda mitad golpe a golpe con los muchachos de Ramón. La Pulga y el Kun metieron los goles, pero la Argentina dejó muchas preocupaciones.
Ni el Messi dorado del primer tiempo, ni los miles de argentinos que hicieron ruido en La Serena, ni Mascherano, ni Di María. Nadie podía pensar que el fútbol sería capaz de contar historias tan diferentes en un mismo partido. Que la Argentina se llevaba todo. Y que finalmente se quedaría con casi nada. El 2-2 ante Paraguay fue ay, ay, ay, como para agarrarse la cabeza. Y fue oy, oy, oy, con la fortuna de un tal Ramón dejando Pelada a la Selección. Duro arranque en la Copa América.
¿Por qué tantos contrastes? ¿Cómo hablar de un equipo cuando la Argentina tuvo dos formaciones? ¿Es posible seguir al borde de un ataque de ilusión luego de esta actuación? Difícil. La mirada más benévola dice que no es sencillo sostener el intenso dominio argentino del arranque. La otra lectura -ésa que preocupa- no puede desconocer la tardanza de los cambios en el segundo tiempo, el quiebre en la zona media y el riesgo de ir a cambiar golpes con la cara descubierta cuando el resultado era favorable.
Lo que está claro es que la Argentina no tuvo manejo de la temperatura del partido. En La Serena el termómetro baja como diez grados al llegar la noche. La Selección arrancó tocando al compás de calorcito que generaba la velocidad de Messi. Cada vez que Leo pintaba el pasto con sus frenéticas diagonales era el anuncio de algo. Era ver el sufrimiento de Víctor Cáceres -apodado "a éste cómo lo freno"-. Era pispear a Agüero tratando de estirar la defensa contraria para que Leo subiera. Y era la ilusión de todo el estadio, que se ponía de puntas de pie, que pedía algo...
El ideario de Martino abrigó a la Selección hasta el descanso: presión alta, salida constante sin saltear líneas, córner casi olímpico de Di María, remate de Masche que se desvía en Messi, y gol de Agüero bien de 9, y el penal de la Pulga...
Después llegó el invierno. Y la mano de Ramón. Parecía que Paraguay no tenía plan B, ni C. Argentina le permitió tocar el libreto. El equipo del Tata se partió. Se quebró. Mantuvo la idea de atacar siempre, pero olvidó lo otro: defender. El Tata siguió apostando al arco de enfrente. Entró Tevez, Biglia, Higuaín. Y también empezaron a entrar las de Paraguay -Haedo Valdez y Lucas Barrios-. La Copa recién empieza. Hay tiempo para que vuelva a salir el sol.
¿Por qué tantos contrastes? ¿Cómo hablar de un equipo cuando la Argentina tuvo dos formaciones? ¿Es posible seguir al borde de un ataque de ilusión luego de esta actuación? Difícil. La mirada más benévola dice que no es sencillo sostener el intenso dominio argentino del arranque. La otra lectura -ésa que preocupa- no puede desconocer la tardanza de los cambios en el segundo tiempo, el quiebre en la zona media y el riesgo de ir a cambiar golpes con la cara descubierta cuando el resultado era favorable.
Lo que está claro es que la Argentina no tuvo manejo de la temperatura del partido. En La Serena el termómetro baja como diez grados al llegar la noche. La Selección arrancó tocando al compás de calorcito que generaba la velocidad de Messi. Cada vez que Leo pintaba el pasto con sus frenéticas diagonales era el anuncio de algo. Era ver el sufrimiento de Víctor Cáceres -apodado "a éste cómo lo freno"-. Era pispear a Agüero tratando de estirar la defensa contraria para que Leo subiera. Y era la ilusión de todo el estadio, que se ponía de puntas de pie, que pedía algo...
El ideario de Martino abrigó a la Selección hasta el descanso: presión alta, salida constante sin saltear líneas, córner casi olímpico de Di María, remate de Masche que se desvía en Messi, y gol de Agüero bien de 9, y el penal de la Pulga...
Después llegó el invierno. Y la mano de Ramón. Parecía que Paraguay no tenía plan B, ni C. Argentina le permitió tocar el libreto. El equipo del Tata se partió. Se quebró. Mantuvo la idea de atacar siempre, pero olvidó lo otro: defender. El Tata siguió apostando al arco de enfrente. Entró Tevez, Biglia, Higuaín. Y también empezaron a entrar las de Paraguay -Haedo Valdez y Lucas Barrios-. La Copa recién empieza. Hay tiempo para que vuelva a salir el sol.
CHILE (ENVIADO ESPECIAL)
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