Cuando Gonzalo Higuaín giró en el medio del área y puso con un derechazo cruzado el 1-0 de Argentina ante Jamaica iban apenas 10 minutos de un partido que ya no era tal. A esa altura el Pipita ya había tenido una chance clara, Di María se había filtrado hasta el medio del área. Y quedaba bien claro cómo iba a ser el trámite del partido.
Todos los jugadores en 30 metros. Los de amarillo corriendo atrás de la pelota, que pasaba de pie a pie entre los de celeste y blanco. Pastore para un lado, Di María para otro. Messi para triangular. Y cada dos o tres toques laterales, llegaba el latigazo vertical, por abajo para la corrida con ventaja o por arriba para que cayera muerta a la espalda de los centrales.
Con el equipo ya clasificado a cuartos de final, el objetivo de Argentina era terminar en la cima del grupo. Cambió poco el tata Martino, apenas un par de piezas: Higuaín entró por Agüero (con una molestia en el hombro) y Demichelis por Otamendi (tenía una amarilla y si le sacaban la segunda se perdía el siguiente encuentro). Y el equipo tuvo la chance de entrenarse ante un rival que no le ponía obstáculos.
Messi tuvo su chance con un zurdazo con rosca, de esos típicos cuando encara de derecha al centro, que salió pegada al poste. Higuaín pudo haber puesto el segundo con un buena definición por encima del arquero que dio en el travesaño y Di María, en una jugada que resumió la marca nula de Jamaica, corrió 50 metros por izquierda, quedó cara cara con el arquero y definió con clase por arriba, pero apareció un defensor para cerrar sobre la línea.
Lo único que se le pudo objetar a la Argentina en un primer tiempo en el que tuvo el dominio absoluto de la pelota y generó media docena de chances claritas de gol, es no haber aumentado la cuenta y liquidar el resultado.
En el segundo tiempo, se mantuvo el mismo escenario. Jamaica solo pretendía que el tiempo pasara y retirarse de la Copa América de la manera más digna posible, aunque con tres derrotas en su valija. Para Argentina el tema era ver cómo definía cada uno de los avances. Hasta la puerta del área llegaba con comodidad pero no estuvo fino en el último toque. Un zurdazo de Di María que explotó el travesaño, un derechazo de Pastore que salió cerca del palo derecho y una chance ideal que manejó Fideo y conectó mal Higuaín, que se la quiso dar a Pereyra (ingresó por Pastore) cuando la jugada pedía tiro al arco.
La salida de Pastore le quitó un poco de ritmo a la tenencia de la pelota de Argentina. A los 25, entró Carlitos Tevez para darle más explosión arriba en lugar de Higuaín, al que se lo notaba fatigado y estático en los metros finales.
Y el final le pasó factura a Argentina. Porque no supo liquidarlo y sufrió con cada aproximación de Jamaica. Otra vez mereció más de lo que se llevó. Y ahora, cuando empiezan los partidos eliminatorios, ya no habrá tiempo de lamentos.
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